He terminado hace unos días El Bolígrafo de Gel Verde, de Eloy Moreno. Lo tenía en mi poder desde hace algún tiempo, ya que el autor vino a mi ciudad y fui a conocerle y a que me firmara el libro, pero estaba esperando a estar tranquila y dedicarle su tiempo, porque sabía que no me iba a dejar indiferente y que me iba a hacer pensar.
Para empezar, lo que me llevó a comprar el libro fue el conocer la historia de Eloy, de ahí ya saqué la primera lección: quien la sigue la consigue y, a veces, los sueños se hacen realidad ; así le sucedió a él, que creyó en sí mismo y en su trabajo, y no paró hasta verlo publicado en la Editorial Espasa.
Hasta entonces, mantuvo una incansable lucha autopublicando el libro, llenando varias maletas de ejemplares y recorriendo las librerías de diversas ciudades para que se lo dejaran promocionar en la puerta y ponerlos en las estanterías. Su madre llevaba un ejemplar en el bolso para promocionarlo cuando iba a comprar etc…Luego vino el boca a boca, Facebook y un merecido final feliz a esta historia de autosuperación.
Cuando estos antecedentes llegaron a mis oídos, tenía claro que le iba a dar una oportunidad es este libro: ¿Puede alguien vivir en 445 m2 (casa, parking, trabajo, coche etc.) durante el resto de su vida? Seguramente sí, seguramente conoces a mucha gente así. Personas que se desplazan por una celda sin estar presas; que se levantan cada día sabiendo que todo va a ser igual que ayer, igual que mañana; personas que a pesar de estar vivas se sienten muertas. Ésta es la historia de un hombre que fue capaz de hacer realidad lo que cada noche imaginaba bajo las sábanas: empezarlo todo de nuevo. Lo hizo, pero pagó un precio demasiado alto…
La historia hace que inevitablemente te sientas, en mayor o menor medida, identificado con el protagonista cuyo nombre no llegas a conocer. Se plantea el eterno debate: trabajar para vivir o vivir para trabajar. ¿Qué hacer cuando tienes la sensación de que la vida no es otra cosa que una sucesión de días calcados entre sí? ¿Qué hacer cuando observas que tu hijo pequeño crece deprisa y sólo los ves despierto una hora antes de acostarse y por las mañanas al llevarlo al colegio? ¿Qué hacer cuando la rutina convierte a tu pareja en un mero compañero de piso? ¿Somos conformistas o estamos dispuestos a luchar por cambiar los aspectos de nuestra vida que nos hacen infelices? Muchos decimos que nunca dejaremos que nos pase nada de eso, pero muchas veces acaba ocurriendo y esta novela reflexiona sobre ello.
Sólo le pongo un “pero” a este libro: para mi gusto su ritmo narrativo es bastante desigual, de manera que en su primera parte puede dar la impresión de que el protagonista es algo repetitivo anunciando con frecuencia lo ajeno que estaba a todo lo que le va a suceder. Sin embargo, hacia la mitad del libro el ritmo cambia, suceden más cosas y se empiezan a conectar unas con otras, y de ahí al final ya no puedes parar de leer.
Me alegro muchísimo de merecido éxito que está teniendo esta novela.