Inauguro con esta entrada una serie de colaboraciones y reflexiones de un amigo "íntimo" de la pequeña Meg espero que os guste.
‘Dile que se venga para acá’ ¿Cómo que se lo diga yo? Estoy en la jugada más importante del partido. Bueno empecemos por el principio: son casi las siete la tarde, hoy es Miércoles y toca partido de baloncesto con los compañeros, realmente llamar a lo que hacemos ‘partido de baloncesto’ es como llamar ‘tapa’ a la rodaja de salchichón que te ponen con la cerveza, aspiraciones demasiado altas. Es la hora, suena la sirena, me deslizo por la cola de mi grúa-saurio y me cuelo en mi tronco-móvil.
Hoy es el primer día que jugamos con horario de verano, es decir, con luz solar y eso provoca una afluencia masiva de papás con sus hijos para pelotear a la cancha donde nos reunimos. Los espacios públicos son para el uso y disfrute de todos claro, pero en una cancha de baloncesto no es muy lógico ponerte a jugar al fútbol, y de hecho cuando nos ven aparecer ataviados con nuestra equipación profesional rápidamente se apartan de nuestro camino (JE!). La pega del día de hoy (siempre tiene que haber una) es que no estaban jugando al fútbol, estaban tirando a canasta por lo que la regla no escrita no tenía aplicación, había que esperar. Pero no podemos esperar,disponemos de poco tiempo, así que comienza nuestro ritual de presión al rival, incluyendo las típicas estratagemas:
1. Pasarnos el balón justo al lado de los rivales.
2. Hacer como que fallas un pase y el balón pasa rodando por el medio de todos los rivales, en caso de que un rival te devuelva el balón se saluda con la mano y das las gracias cuando realmente quieres decir “Acabad ya cab..ones”.
3. Cuando ves que te miran, miras la hora y resoplas.
4. Un ataque directo, les preguntas si les queda mucho, pero todo “de guay” ¿eh?
Normalmente los papás no aguantan mucho este ritual y se marchan al rato sudando con sus sudados hijos y el balón de fútbol del barça que han usado para tirar a canasta y dar alguna que otra “pataíta”. Ahora llega un momento crítico, tomar posesión de la canasta, la regla (no escrita, otra vez) es que el que tire primero y al menos dé en el aro se la queda. Cuando me disponía ha realizar el tiro de posesión con una mano encima de la Biblia observé por el rabillo del ojo como otro niño de unos 9 años se me iba a adelantar con su micro-balón de Ben10. Era inadmisible así que aceleré la definición del tiro en aras de asegurarnos la canasta, con tan mala suerte que aunque tocó aro (¿creíais que iba a entrar?) el rebote le dió justo al niño en la cara, bueno realmente le dió al balón de Ben10 y ambos balones chocaron con su tez.
Contento por la posesión pero preocupado por el resultado del rostro del chaval, le pregunté que como se sentía tras haber besado mi flamante balón Spalding, me contestó que estaba bien, feliz, pero que nuestro balón pesaba mucho más que el suyo de Ben10.
El niño que es un campeón hecho de chicle se quedó justo debajo de nuestra canasta (aún no conoce las reglas, quizás por que no están escritas) mirando como tirábamos e intentaba imitarnos, realmente yo no debería servir de ejemplo para ningún otro ser pero eso uno no lo elige.
Cuando el niño (the boy) se hartó de darnos por saco (giving by the bag) y pudimos empezar a hacer el bruto en condiciones aparece andando (otra vez con aspiraciones demasiado altas, no era caminar estaba más cerca de lo que hacen los muñecos de Famosa) un micro-niño (3 años a lo sumo) por medio de la cancha para acabar agarrándose al poste de la canasta. Bandera amarilla otra vez, la verdad que estaba mirando hacia la canasta y cuando me dí la vuelta tenía la certeza de que su madre o padre sudado iba a aparecer en su busca, craso error, no había nadie. Intento comunicarme con él:
- Chato ¿Dónde está tu mamá (o papá sudado)?
No hay respuesta, no habla ningún idioma terráqueo y mi Klingon está muy oxidado. Una solución quiero, aunque fuera una grúa de esas que retiran los fórmula uno y se puede seguir con el evento deportivo. Mi compañero se juega su boli de insulina con forma de espada láser y no la pierde a que el ‘octavo pasajero’ que se había colado tenía algo que ver con un grupo de señoras vestidas en chándal que hablaban airadamente a unos cien metros de nosotros.
Sin dudarlo un segundo me acerco todo lo posible (hay una valla rodeando el recinto) y llamo la atención del grupo de mujeres quitándome la camiseta y bebiéndome una lata de refresco de cola bajo en azúcar o quizás les pegué un grito, no lo recuerdo.
1. Pasarnos el balón justo al lado de los rivales.
2. Hacer como que fallas un pase y el balón pasa rodando por el medio de todos los rivales, en caso de que un rival te devuelva el balón se saluda con la mano y das las gracias cuando realmente quieres decir “Acabad ya cab..ones”.
3. Cuando ves que te miran, miras la hora y resoplas.
4. Un ataque directo, les preguntas si les queda mucho, pero todo “de guay” ¿eh?
Normalmente los papás no aguantan mucho este ritual y se marchan al rato sudando con sus sudados hijos y el balón de fútbol del barça que han usado para tirar a canasta y dar alguna que otra “pataíta”. Ahora llega un momento crítico, tomar posesión de la canasta, la regla (no escrita, otra vez) es que el que tire primero y al menos dé en el aro se la queda. Cuando me disponía ha realizar el tiro de posesión con una mano encima de la Biblia observé por el rabillo del ojo como otro niño de unos 9 años se me iba a adelantar con su micro-balón de Ben10. Era inadmisible así que aceleré la definición del tiro en aras de asegurarnos la canasta, con tan mala suerte que aunque tocó aro (¿creíais que iba a entrar?) el rebote le dió justo al niño en la cara, bueno realmente le dió al balón de Ben10 y ambos balones chocaron con su tez.
Contento por la posesión pero preocupado por el resultado del rostro del chaval, le pregunté que como se sentía tras haber besado mi flamante balón Spalding, me contestó que estaba bien, feliz, pero que nuestro balón pesaba mucho más que el suyo de Ben10.
El niño que es un campeón hecho de chicle se quedó justo debajo de nuestra canasta (aún no conoce las reglas, quizás por que no están escritas) mirando como tirábamos e intentaba imitarnos, realmente yo no debería servir de ejemplo para ningún otro ser pero eso uno no lo elige.
Cuando el niño (the boy) se hartó de darnos por saco (giving by the bag) y pudimos empezar a hacer el bruto en condiciones aparece andando (otra vez con aspiraciones demasiado altas, no era caminar estaba más cerca de lo que hacen los muñecos de Famosa) un micro-niño (3 años a lo sumo) por medio de la cancha para acabar agarrándose al poste de la canasta. Bandera amarilla otra vez, la verdad que estaba mirando hacia la canasta y cuando me dí la vuelta tenía la certeza de que su madre o padre sudado iba a aparecer en su busca, craso error, no había nadie. Intento comunicarme con él:
- Chato ¿Dónde está tu mamá (o papá sudado)?
No hay respuesta, no habla ningún idioma terráqueo y mi Klingon está muy oxidado. Una solución quiero, aunque fuera una grúa de esas que retiran los fórmula uno y se puede seguir con el evento deportivo. Mi compañero se juega su boli de insulina con forma de espada láser y no la pierde a que el ‘octavo pasajero’ que se había colado tenía algo que ver con un grupo de señoras vestidas en chándal que hablaban airadamente a unos cien metros de nosotros.
Sin dudarlo un segundo me acerco todo lo posible (hay una valla rodeando el recinto) y llamo la atención del grupo de mujeres quitándome la camiseta y bebiéndome una lata de refresco de cola bajo en azúcar o quizás les pegué un grito, no lo recuerdo.
El caso es que le pregunté si el niño era de alguna de ellas y ¡BINGO! la mamá estaba en el grupo pero más que salir corriendo a por su vástago me espetó:
- Dile que se venga para acá.
Yo como soy muy bien mandado me dí la vuelta, y les dije a mis compañeros que la situación ya estaba bajo control, me agaché un poco y le dije al niño:
- Chato, tú espera aquí que ahora viene tu mamá.
Era hora de volver a casa, chocamos los cinco como campeones que somos y nos fuimos más contentos que unas castañuelas, aunque no habíamos jugado apenas es una de nuestras válvula de escape.
Por cierto podéis estar tranquilos, no nos fuimos hasta que no llegó la madre, somos más buenos que el pan :oD
By Harry.
Este anuncio hizo historia.
ResponderEliminarTu¿eres la pareja de Meg?, yo es que soy de natural....cotilla.
Olá passo por seu blog para convidar você a visitar o meu que é dedicado a cultura. De segunda a sexta feira noticiário cultural aos sábados minha coluna poética ás 09 horas da manhã e ás 5 da tarde Chá das 5 sempre com uma participação especial. Irei aguardar sua visita lá. Abraços sucesso em seu blog. O endereço é informativofolhetimcultural.blogspot.com
ResponderEliminarMagno Oliveira
Twitter: @oliveirasmagno ou twitter/oliveirasmagno
Telefone: 55 11 61903992
E-mail oliveira_m_silva@hotmail.com
La verdad es que no están los tiempos para cargar sobre tu conciencia el dejar a un retaco de tres años en el suelo y mal parado por culpa de un "Huy, se me escapó el Spalding y le dio en toda la cara al pobre crío".
ResponderEliminarMás que nada porque el volumen de sus berridos será proporcional al puñetazo que te soltará su padre en toda la quijada. Porque, no lo olvidemos, todos los niños tienen padre (natural o adoptado) y yo... Yo...
"...Yo soy tu padre"
pues yo creo que os deberiais poner el mono de trabajo más a menudo y acudir rápidamente al Martin Carpena a ayudar a nuestro equipo de la ACB, que buena falta le hace. Un beso
ResponderEliminarEso, eso, trabajador, deportista, con conciencia cívica y encima conoces a la Pequeña Meg. Chico tú lo tienes todo, que suerte la tuya.
ResponderEliminarBuena colaboración Pequeña Meg, puedes ficharlo en plantilla con un sueldo por objetivos, tantas visitas tanta pasta ;)
ResponderEliminarjajaj, gracias Fer!! A ver si no queda todo en un impulso que ha tenido!! Un beso!!
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